(del llatí transpectus, -us) Visió a través [d’una obertura].
En este proyecto se ha utilizado una camera estenopeica en forma de cubo, manipulada de tal forma que cada uno de sus seis lados muestra seis planos diferentes de una misma fotografía a través de seis pequeños orificios. Dentro de la camera se ha introducido un cubo de papel fotosensible, que queda suspendido en el centro de la camera y capta la luz des de todos sus lados. El resultado es una fotografía-objeto que ofrece la visión de la parte superior, la inferior y los cuatro laterales.
La fotografía final muestra la totalidad de lo que ha sucedido en un mismo lugar y en un mismo momento. De este modo, el cubo se convierte en un contenedor de tiempo, de luz, de experiencia, porqué el papel fotográfico con que ha sido construido funciona como una alegoría de la epidermis humana, que absorbe todos los fotones de luz que le llegan, vengan de donde vengan. Así, lo más importante no es la perfección de la imagen resultante, sino disfrutar de la experiencia con el paisaje (urbano o natural) durante el tiempo de exposición y la incógnita del resultado final.
Modus imaginis surgió de la reflexión sobre los procesos de creación artística en el ámbito fotográfico, de la voluntad de explorar los límites de la representación fotográfica y sus posibilidades de sugestión sensitiva. En este sentido, Modus imaginis establece una comunión entre lo sonoro y lo visual mediante tres series fotográficas. De este modo se crea una sinestesia entre vista y oído. La primera serie explora las posibilidades de la fotografía para captar los sonidos que se encuentran en nuestro entorno natural, especialmente los sonidos primigenios. La segunda serie está formada por ocho fotogramas que son la plasmación material de una explosión de luz y sonido. Finalmente, la tercera serie adquiere la forma de pentagrama visual, ya que a través de la sugestión sensitiva las imágenes se pueden interpretar como si se tratara de una melodía sonora. El negro y la oscuridad permiten entrever lo que se esconde y, a su vez, deja ver lo que se quiere mostrar. El negro y la oscuridad han sido la nota a través de la cual se ha afinado y desarrollado Modus imaginis, el tono de la imagen.
El cuerpo se modifica en función del entorno en el que nos movemos. Toda actividad física queda plasmada corporalmente. Des de los orígenes de la humanidad, correr ha sido un acto de supervivencia: correr detrás del animal que será depredado, correr delante del animal depredador.
Actualmente, correr ha perdido su componente primitivo e instintivo y se ha convertido en un deporte que, como los demás, incorpora una parte de ocio. Este proyecto fotográfico recupera la idea de que, gracias al hecho de correr, hemos llegado donde somos ahora, a partir de un aprendizaje corporal.
Partiendo del retorno a los orígenes que comporta la conexión con el entorno natural, el proyecto “La memoria del cuerpo” plasma el paisaje recorrido a través del cuerpo del mismo corredor. El objetivo del proyecto, en consecuencia, es evidenciar que el cuerpo tiene memoria y que aprende de las experiencias físicas cuando éstas se convierten en habituales. Dada la complejidad que implica mostrar, a partir de los cambios corporales, el paisaje a que ha sido sometido el cuerpo, los resultados del proyecto son de índole diversa. Por lo tanto, además del escáner de los pies y su reproducción en yeso, o elementos que se analizaban antes y después del recorrido, el proyecto expositivo de “La memoria del cuerpo” también incluye gomas bricomatadas expuestas durante todo el recorrido con el objetivo de ser un contenedor de imágenes del paisaje por donde se ha desarrollado el proyecto.
«Ser tierra» pone en valor la conexión de los seres humanos con el medio natural. Antiguamente, podíamos experimentar físicamente la sensibilidad de la tierra. Venimos de la tierra, nos alimentamos de la tierra, vivimos en la tierra, volvemos a la tierra. En los orígenes de la humanidad, la vivencia con el cosmos era mucho más estrecha que en la actualidad. A día de hoy, el ritmo de la vida convencional no nos permite captar con profundidad todo lo que se encuentra en el paisaje que nos rodea. «Ser tierra» reivindica el entorno natural y, al mismo tiempo, invita a los espectadores a disfrutar de la conexión con la naturaleza en un tiempo y un espacio relajados, que permitan establecer un vínculo con los elementos terrenales. De este modo, «Ser tierra» es la plasmación fotográfica de un hipotético retorno a los orígenes de la creación de la vida y de la condición humana, que pretende reflexionar sobre la pérdida de conexión con la naturaleza, a la vez que convertirse en un testimonio memorialístico de ello.
Cada semana en la ciudad de Barcelona se desechan toneladas de muebles, que descienden de los interiores de los domicilios para disgregarse a pie de calle. Pasear un martes noche por el barrio del Eixample o un viernes por la Barceloneta puede suponer un peculiar recorrido de vestigios mobiliarios listos para ser intervenidos. De todos los trastos que tira la gente, la silla es la que más historias me cuenta. Para la realización de este proyecto las tomo a ellas como protagonistas. Puedo superponerlas de tal modo que leviten, obteniendo un espacio frágil, luminoso y ascendente. Aquí la silla representa su última función, fosforece, deviene acróbata antes de caer en el espacio de lo insignificante para convertirse de nuevo en objeto.
Según la teoría del multiverso hay un número infinito de universos alrededor del nuestro. Sin embargo, las leyes de la física están determinadas por constantes invariables y esto hace que haya un número limitado de acontecimientos posibles. Que el número de acontecimientos posibles sea limitado hace que, en algún momento, en alguno de estos muchos universos que existen, los acontecimientos se repitan.
El título del proyecto es «10 elevado a 10 elevado a 118 metros». Esta es la distancia que separa nuestro universo de un inverso paralelo que es una copia idéntica de nuestra realidad. Como este universo paralelo se distancia a una velocidad superior a la de la luz, sólo podemos acceder a él a través de la imaginación.
La fotografía, que capta una expresión visual concreta, nos ofrece la posibilidad de representar todos estos universos, de encapsular vivencias. La superposición de distintas imágenes, creando una fotografía final fija, es una metáfora de la multiplicidad de universos que nos rodean, en un espacio de dimensiones inimaginables en permanente expansión.
Los movimientos de los protagonistas y los movimientos del flash, captados segundo a segundo por la camera, son una representación a pequeña escala de los universos paralelos que se separan a una velocidad superior a la de la luz.
La superposición de las partes iluminadas de los cuerpos que aparecen en las fotografías muestra que estamos formados por pequeños pliegues de tiempo. De este modo, cada parte del cuerpo es, a su vez, parte de un universo. La suma de todas las partes, la suma de todos los universos, nos ofrece un conjunto de vivencias posibles, separadas por años luz de distancia, pero que se han producido en un mismo período de tiempo.
El resultado es un figura antropomórfica, que nos invita a imaginar cuerpos que hasta el momento pueden parecernos inverosímiles. Estas fotografías nos transportan a un universo nuevo, que se ha creado a partir de la idealización de una futura realidad, teniendo en cuenta todas las casualidades que han tenido que producirse para que podamos gozar de la vida.